Marginación, Pobreza y Desigualdades En Localidades Indígenas De Chiapas, México
La relevancia de esta investigación se fundamenta en el tamaño de la población indígena de Chiapas, la cual representa poco más del veinticinco por ciento de la población total del Estado, es decir, casi un millón de habitantes. Chiapas es el tercer estado más importante en población indígena de México, sólo superado por Oaxaca y Yucatán; en el habitan 12 de los 62 pueblos indígenas reconocidos por autoridades mexicanas, sus lenguas más importantes son: Tseltal, Tsotsil, Ch´ol, Tojol-ab´al, Zoque, Chuj, Kanjobal, Mam, Jacalteco, Mochó, Cakchiquel y Lacandón o Maya Caribe.
Por otra parte, Chiapas es el estado con la mayor proporción de población menor de 15 años de todo el país, a la vez que ocupa uno de los primeros lugares en defunciones infantiles con una tasa de 18 defunciones de menores de un año por cada mil nacidos vivos (estimación al año 2010). 52% de la población del Estado habita en zonas rurales (es decir, en localidades de menos de 2500 habitantes), lo que es más del doble de la media nacional (24%).
Los niveles de pobreza estimados, según cifras de Coneval, para las poblaciones indígenas de Chiapas son superiores en más de un 50% de los observados en la población general y los más altos de todo el país; situación que se ha visibilizado únicamente a partir del levantamiento zapatista. A pesar de 20 años de políticas gubernamentales asistencialistas, los niveles de pobreza continúan sin grandes cambios; por el contrario, parecen estar incrementándose debido al impacto de la globalización, cuyos efectos sobre la economía de Chiapas han sido devastadores.
La hipótesis que sostenemos es que una de las formas para hacer frente a la situación de pobreza extrema que viven los pueblos indígenas de Chiapas, ha sido la auto segregación espacial. Es decir, buscan lugares cada vez más apartados que les permitan hacerse de los recursos mínimos para su subsistencia, como una estrategia de sobrevivencia en el mediano y largo plazo; las consecuencias son claramente visibles al analizar sus índices de marginación. La estrategia acentúa además las dificultades para hacerles llegar servicios básicos de salud y educación, lo que incrementa aún más la transmisión de pobreza intergeneracional.